Al amparo del tiempo cálido, nuestros paseos campestres se alargan noche adentro, y nos sorprende la cercanía de toda una variedad de criaturas activas a esta hora sonámbula. El regalo de la primera noche de verano: este joven erizo, solitario y emancipado ya, en busca de su paraíso. Suerte erizo, seguro que tu paraíso soñado y el mío no son muy distintos, al contrario que, a años luz, el de otros miembros de mi especie...