Publicado en el diario Público el 12 de agosto de 2013
Comienzan a madurar las zarzamoras en las tierras bajas y más soleadas. Una maduración que ascenderá, poco a poco, ladera arriba, hacia el norte y el interior. Convoca estos días el zarzal a una multitud de comensales en torno al manjar. Aves residentes como los mirlos, escribanos soteños y urracas; la multitud de los pájaros migrantes, que acaban de iniciar o están a punto, su viaje de huida del próximo invierno: currucas mosquiteras, carrasqueñas y zarceras, mosquiteros musicales, papamoscas, oropéndolas o zarceros. Atraídos tanto por los frutos como por esos enjambres de insectos que acuden también en busca de las azucaradas moras. Y la noche estrena con su propio reparto: ratones de campo, erizos y lirones, o los más llamativos por su mayor talla, pero igual de invisibles, zorros, jinetas, garduñas o tejones.