Con el viento tibio del sureste, esta mañana andaban surfeando las
águilas calzadas invernantes en el marjal. Completamente quietas en el cielo, las alas inmóviles cual cometas sin cola, sujetas a un hilo invisible que parecía unirlas a mis prismáticos... Hasta nueve de ellas compartiendo a un tiempo el reducido espacio aéreo sobre el que rebota la ola de viento que las sustenta. Y, constantemente, píidos, cruces de garras en el aire y vertiginosos picados repentinos...