Sí, tuvimos suerte anoche... De las cuatro entregas que daré en el blog, avanzo en esta primera que en el cuaderno pudimos anotar, además de unas observaciones de mochuelo y el canto dulce del autillo, que el viejo territorio de búhos reales que visitamos, sigue ocupado; logramos, además, localizar el nido y contar los pollos en la distancia, sin la más mínima molestia, gracias a sus reclamos. Recogimos alguna egagrópila (esas bolitas de pelo, pluma y huesos, resultado de la digestión, que expulsan por la boca las nocturnas y otras aves y que son tan útiles para estudiar su dieta), y unas plumas de un búho chico, presumiblemente predado por esa sombra inmensa, la mayor rapaz nocturna ibérica: el gran duque, que regenta estos predios.
