¿Sabéis? No hacen falta alas para volar... Tan sólo la sensibilidad suficiente como para emocionarse al dirigir la mirada, la atención, a la Naturaleza, a las aves que pasan ¡Qué fácilmente se eleva uno, entonces, sobre las alas de las aves que observamos! Y qué pequeñitos se quedan el Mundo y la vanidad humana allá abajo...