La voz de estos atardeceres de marzo es la voz del mochuelo. Cubren las sombras los campos, tañen eternas las campanas, ladra un perro lejano. Y desde la huerta vieja, la tapia del molino o el abandonado algarrrobal de troncos huecos y ajados, se extiende alegre, vital, la canción de los mochuelos enamorados.
Ya está nuestro mochuelo vecino en la azotea, lanzando desde lo alto su ulular. Le responden los regentes de los territorios cercanos, en animada conversación de variedad sorprendente, que, descansos de por medio, puede durar gran parte de la noche. Esta primavera, como las dos anteriores, subirán de nuevo los pollos volanderos al tejado, lugar preferido de ceba de esta familia de mochuelos, donde los disfrutamos las noches de luna.
El mochuelo en la azotea, maullándole a la noche que llega, y nosotros por debajo, ateridos de frío en el balcón, compartimos ese lienzo cálido que pinta en el cielo la puesta del sol.
Información para identificar el mochuelo y otras rapaces nocturnas, incluyendo láminas de egagrópilas, en: Rapaces nocturnas. Introducción a las especies ibéricas.
