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Foto: Andreas Trepte. |
¡Qué soledad se adueñaría de los caminos sin el alegre latido estático de los cernícalos cernidos! Por las verdes campiñas, las sobrias parameras, las hospitalarias dehesas, las tierras amarillas... saludan al caminante
─afables, sencillas
─ esas sonrisas vibrantes en el cielo escritas...