miércoles, 11 de enero de 2012

Por un puñado de pájaros... a caballo


En aquella ocasión prospectábamos las aves y otra fauna del bosque tropical húmedo de la vertiente oeste de los Andes centrales, a pocos kilómetros del Pacífico. Y los caballos, aunque el mío parezca un espectro de ojos encendidos en esta foto con lluvia que tomó mi amigo Javier Barona, nos resultaron una ayuda inestimable, permitiéndonos recorrer, sin alertar a las aves, una buena porción de aquel abrupto territorio. El riesgo: andar más atentos al entorno que a las ramas que se cruzan (ese día "comimos verdura"...); y también es preciso tener en cuenta que sobre la marcha no es posible mirar por los binoculares, hay que detenerse antes; pero, como ya habíamos comprobado en las tierras abiertas y humedales de Europa, es una forma de desplazamiento y de acercamiento a los pájaros que merece la pena probar.
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