Como a un "festín de agua", acuden los buitres al baño bajo el sol tórrido de agosto. El navajo donde abreva el ganado queda oculto entre la masa de buitres; unos en el agua, aflojando la pluma y sacudiéndose para mojarse hasta el último rincón. Otros, con fuertes batidos o las alas abiertas como los cormoranes, secándose alrededor, en la ladera amarilla y requemada de estío.