Renace el Mediterráneo, con el fin del verano, a la sobrecogedora serenidad azul de sus aguas calmas, sinceras y hospitalarias; y es entonces el escenario de nuestros conteos de aves marinas migrantes, de la búsqueda de tesoros botánicos y faunísticos de ese reino intermedio entre la tierra y el mar, y de nuestros plácidos baños en playas secretas, y tan solitarias ya, como las del inicio del mundo.