Qué gusto salir de vez en cuando al campo sólo a ver los pájaros, sin tener que contarlos ni tomar más datos; se agradece entonces dejar de lado los números, las distancias, la velocidad constante de la marcha, la clasificación de hábitats... Y estar sólo pendiente del movimiento, el sonido, las formas, los colores... de las escenas que componen con el paisaje inmediato; de las emociones, en fin, que nos despiertan o que, más bien, nos reflejan...