Salgo ahora mismo hacia las parameras del Bajo Sistema Ibérico, ya en los últimos días de seguimiento de los dormideros comunales de alimoches. Con las primeras hojas amarillas, las cifras van menguando en los atardeceres del páramo, sobre los viejos y retorcidos chopos muertos, desde las concentraciones de más de un centenar de hace unas semanas hasta que emprendan su viaje los últimos. Y, luego, sólo el viento...