|
Foto: G. Joyon. |
Un espectáculo ver, con los primeros rayos del sol tras la noche de lluvia, cómo los pájaros se lanzan a la captura de las hormigas voladoras que emergen ahora por millares, iniciando su trágico vals de reinas y aspirantes a reyes tras el que fundar nuevos hormigueros. De pronto, todos los pájaros se convierten en papamoscas; abandonando su técnica habitual, ahora se posan en las puntas de las ramas, en cables o tejados, saltando en un corto vuelo ascendente y quebrado hasta la hormiga que pasa más a mano, capturándola en vuelo y volviendo a su posadero previo u otro cercano, al estilo total de los papamoscas. Papamosquean a la perfección los estorninos, los gorriones comunes y los molineros, también unas pocas currucas capirotadas y alguna cabecinegra, los mosquiteros -que están más acostumbrados-, un buitrón y hasta una lavandera blanca...