miércoles, 15 de mayo de 2013

Quien tiene una morera tiene un tesoro


Si mediado el verano las higueras se convierten en un auténtico restaurante con buffet libre para las aves y demás fauna, estos días de la primavera son las moreras o morales, tanto las alba como las nigra, las que convocan a multitudes de pájaros, no pocos mamíferos y legiones de invertebrados. Las aves acuden a por las dulces moras maduras pero también a por los insectos atraídos por ese manjar, que se distribuye por toda la copa, adelantando la maduración por la zona más soleada, y también y en abundancia creciente por el suelo. Acuden así tanto aves más o menos ocasionalmente frugívoras como insectívoras, que además de aprovechar los invertebrados tampoco desprecian las moras. Y se benefician los pájaros locales -sedentarios o estivales ya asentados en su territorio- y los migrantes, que encuentran un seguro buffet de "carretera" donde reponer rápidamente fuerzas para proseguir su viaje. Precisamente en las moreras sé que es donde con más seguridad encuentro ahora las oropéndolas migrantes por el litoral, donde no se quedan a criar. Llegan a salir a veces hasta tres o cuatro de un sólo árbol, que con las acequias cercanas no dejan de ser visitados tampoco por las gallinetas, que te sorprenden encaramadas en las copas, a cuatro o cinco metros de altura, engullendo moras.

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