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(foto: Two+two=4) |
Publicado en el diario Público el 13 de agosto de 2013
Hay algo atávico en esas escuadras viajeras de los patos que dibujan uves en los cielos del atardecer o de la madrugada. Despiertan el impulso viajero del observador, las ansias de descubrir lugares nuevos, de ir en busca de las tierras salvajes...
Estos días han comenzado ya a pasar las primeras avanzadillas de patos migrantes, si bien los máximos se dan durante los meses de septiembre, octubre y noviembre. Ahora mismo hay movimiento de azulones, cercetas comunes, cucharas, aún pocos colorados, porrones...
Si nos situamos con las últimas o las primeras luces del día junto a una laguna u otro humedal, en la línea prelitoral o en un tramo ancho de un río, es probable que tengamos la suerte de observar estas formaciones de patos camino del sur. Conviene mantener la vista alerta, barriendo constantemente el horizonte y el cielo sobre nosotros con la mirada o con la ayuda de unos prismáticos (los de 8 a 10 aumentos son los más adecuados); pero también el oído: el silbido del viento hendido por las puntiagudas y potentes alas de una bandada de patos salvajes es característico, emocionante y difícil de olvidar.
¿Te animas a probar? ¡Suerte!