sábado, 27 de julio de 2013

Escribiendo y viendo aves en el balcón


Como cada día, anda uno terminando libros en el balcón. Los prismáticos que no falten. Pían los pollos de gorrión común y molinero en el tejado, donde acuden incontables veces los padres con la ceba. Salta el buitrón sobre el herbazal a nuestros pies. Las urracas recorren la higuera de enfrente. El verderón pone su trino de fondo al paisaje. Suena cansado el mirlo. Mariposea sobre el campo una abubilla con un gran insecto en el pico. Piden más los pollos del jilguero. Una tórtola turca lejana repite incansable su "decaocto". Y, a los metales, tañen los estorninos. Acaban de marcharse en tromba los vencejos locales. Las golondrinas rasean como murciélagos diurnos atrapando insectos voladores a la sombra de la casa. Cruzan el cielo pálido, enharinado de calima, los gritos altos de los invisibles abejarucos en paso. Más arriba, la joven culebrera maúlla su hambre esperando, poco convencida ya, que los padres le traigan algo. Y las cigarras, eternizando la tarde, extienden su canto de siesta a todo.

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