viernes, 11 de octubre de 2013

Llegan las grullas

(foto: Andreas Trepte)

Publicado en el diario Público el 11 de octubre de 2013


Ladera arriba del hayedo otoñal, velado de brumas densas, el primer sol de la mañana dora las cimas peladas que ciñen el hondo collado. Estamos asomados a una de las principales puertas de entrada a la península Ibérica, durante la migración de otoño, del interminable río alado de las aves viajeras, que aprovechan los profundos valles de la alta Navarra y Huesca para franquear la imponente barrera geográfica de los Pirineos. Las apretadas bandadas de palomas torcaces, las avefrías y los grupitos de fringílidos, no dejan de pasar. En cuanto el sol caliente, aparecerán los milanos reales… Muy temprano, apenas intuido al principio, se aproxima un murmullo lejano que no cesa, se diría que eterno y antiguo como el Mundo –“kruu - kruu”–, un sonido grave y roto de trompetas viejas. Precede, con mucha antelación, a la visión del geométrico escuadrón viajero de las grullas, que emite el trompeteo como voz de contacto para mantener unido al grupo, cuya formación de vuelo en V o W, rasga audaz ante nosotros el tenue jirón de niebla obstinado en permanecer. Luego, otra bandada de grullas, y otra más. Desde grupos familiares hasta escuadrillas sin fin, de cientos de individuos. Llegan las grullas.


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