En la isla donde cuenta la leyenda que escondía sus tesoros robados el corsario Drake, en el Pacífico ecuatoriano. Y vaya si había tesoros: magníficas colonias de aves marinas, muchas de ellas compartidas con las Islas Galápagos, como este piquero de Nazca que me dejaba estar a su lado mientras incubaba pacientemente -él, no yo- en su nido (octubre de 2004).
(Probando el escáner para recuperar alguna dispositiva)