|
(Foto: Andreas Trepte) |
Discurre mansa la tarde, al arrullo tibio del sol, con el entusiasmo prendido del juego de luces y sombras de las currucas en la maraña, enredada la emoción en los vaivenes de la canción del mirlo, y la esperanza latente, a flor de piel, como en las hojas nuevas de hierba o en las yemas tiernas de los árboles.