Amanecieron en blanco y negro los paisajes serranos de marzo; superponiéndose a la nevada una lluvia de silencio. Apenas el viento en las ramas, los goterones de los tejados. Aliento de la mañana, grazna de frío el paisaje como transmutado en pájaro, por pico del bando de urracas que campean, negras y blancas, por la soledad del páramo.