Hoy nos ha costado mucho llegar a la escuela. La noche de tormenta había reconfigurado el paseo cotidiano, llenándolo de sorpresas: caprichosos mosaicos de hojas arrancadas a los árboles, regueros de barro, charcos de distintas profundidades en los que chapotear, pájaros aprovechando los insectos caídos y multitudes de caracoles paseando al sol, que han hecho las delicias de la niñas: "¡Aquí otro!", "¡y otro más!", "¡mira ése qué gordo!"...