domingo, 5 de junio de 2011

El alarido de la lechuza


Contemplábamos, desde el balcón, la cambiante acuarela que dibujaba, esta tarde, el último sol en el cielo de poniente cuando, de improviso, un alarido tétrico y quejumbroso, como de alma en pena eterna, de aparecido de un cuento de Bécquer, recorrió los campos helándonos la sangre... Tranquilos -sonrío- no es eso; es sólo un fantasmita blanco, un blando copo de nieve primaveral con cara de corazón...

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