|
(Foto: Eigenes Werk) |
Por ahí anda desde hace unos días, rematando las chimeneas y esquinas de las azoteas como una gargolilla oscura y con tic nervioso, y durmiendo ya en los huecos de las tejas del porche de la terraza, donde se reunirán muy pronto unos cuantos, nuestra Ave de la Semana. Los colirrojos tizones han bajado de las tierras altas y también van llegando desde sus dominios europeos, a pasar el invierno entre nosotros, cambiando el roquedo y el pedregal, o la vieja masía en ruinas, por ese otro hábitat vertical y "geológico" de los pueblos y ciudades. Su "manía" de posarse en sitios destacados, con ese sube y baja intermitente con que agita la cola; la pose digna y la figura oscura, con la inconfundible cola castaño rojiza (ojo que a veces sólo es visible al entreabrirla o echar a volar), nos ayudarán a dar con él y reconocerlo sin problemas, ahora que su primo veraniego, el colirrojo real, casi nos ha dejado del todo camino del invierno africano.
Para saber más sobre el colirrojo tizón:
FICHA ENCICLOPEDIA SEO
IMÁGENES