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(foto: Capmankj) |
Ya acogen las mañanas y atardeceres de los campos del otoño, y muy pronto cada parque y jardín, el chisporroteo travieso con que reclama el petirrojo. Discretos hasta el extremo algunos, dando la espalda para ocultar la viva llama de su pecho y rostro, y descarados hasta lo impensable otros, sobre todo con los fríos, cuando acuden a tus pies e, incluso, llegan a comer en la mano, los petirrojos de las tierras altas bajan de cota desde estas fechas, y una riada masiva de poblaciones centro y norteeuropeas cruza los Pirineos a disfrutar del invierno suave y repleto de alimentos de la península Ibérica. Si todavía no has visto tu primer petirrojo, aguza el oído, escrudriña los suelos y claros de las frondas, incluso en pleno parque de ciudad, y seguro que estos días das con él.
¡Suerte y buen pajareo!
Para saber más sobre el petirrojo europeo:
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